Entregabilidad
Los especialistas en email marketing saben mucho sobre las mejores prácticas en cuestión de envío de emails: cómo mantener limpia la lista de contactos, por qué no debes comprar datos de terceros, como diseñar emails que acaben en las bandejas de entrada… Al fin y al cabo, la entregabilidad es su trabajo. Pero, ¿sabes tú por qué haces todo eso? Sabes que no seguir estas reglas y mejores prácticas no escritas puede influir en la entregabilidad. Pero, ¿cómo? La respuesta es simple: por tu reputación de remitente.
Debes cuidar, alimentar y proteger tu reputación de remitente. Porque en el mundo digital, al igual que en ese extraño mundo que es la vida real, tus acciones influyen en la forma en que te ven los demás. No pienses que tus acciones no tienen consecuencias. ¡Es justamente al contrario! Al igual que no gritarías a la gente en lugar de hablarles, ni cubrirías las paredes de tu barrio de carteles publicitarios de tu empresa, no debes enviar spam a la gente y debes seguir en todo momento las mejores prácticas en cuestión de envío de emails. Lo que está en juego es tu reputación de remitente.
Así pues, veamos en primer lugar qué es la reputación de remitente. Como su propio nombre indica, es la reputación asociada a cómo actúas como remitente. Para ser más precisos, es un concepto más relacionado con la reputación de tus direcciones IP y tus nombres de dominio. Para que conozcas tu reputación, la mayoría de proveedores de servicios de email (ESP) se han asociado con distintos servicios de seguimiento para que puedas comprobar dicha reputación directamente en tu panel de control. Si tu ESP no ofrece este servicio, puedes recurrir fácilmente a SenderScore.org, ReputationAuthority o Senderbase.org (por nombrar algunas) para saber cuál es tu puntuación. Estas asociaciones son conocidas por su lucha contra el spam y suelen trabajar con ISPs (proveedores de servicios por Internet), plataformas webmail y ESPs para permitir la visibilidad del valor de un nombre de dominio o una dirección IP.
La reputación se calcula en función de varios parámetros: el historial de envíos, el número de quejas por spam asociadas a tu nombre de dominio, el número de trampas de spam que activan tus emails, los distintos protocolos de autenticación (SPF, DKIM, DMARC…) que configuras, si tu WHOIS es público y está rellenado correctamente, etc.
Me cuesta creer que preguntes algo tan obvio. Es el nombre del concepto en sí mismo: ¡reputación del remitente! Si tu reputación es mala (y esto es así en todos los aspectos de la vida), tus emails no llegarán a la bandeja de entrada de los destinatarios.
En primer lugar, porque la reputación de remitente se basa en tu actuación al enviar emails y en cómo configuras tu estrategia de envío de emails. Si no sigues las mejores prácticas relacionadas con los emails, usas una lista de contactos comprada o empleas una dirección de webmail como dirección de envío, las perspectivas de tu reputación de remitente no serán buenas. Por tanto, tus emails no llegarán a las bandejas de entrada.
En segundo lugar, como se ha afirmado anteriormente, las plataformas de webmail, los ISP y los ESP se fijan en tu reputación del remitente. En el peor de los casos, es más probable que tus emails no se procesen. Teniendo esto en cuenta, verás que se forma un círculo vicioso: una mala actuación como remitente lleva a una mala reputación; con una mala reputación, salvo que tomes medidas drásticas, lo más probable es que tus estadísticas no mejoren, lo que empeora la reputación de remitente… Seguro que ya te haces una idea.
En realidad, sólo tienes que seguir las mejores prácticas relacionadas con el envío de emails: incluir un opt-in doble, limpiar tus listas tras enviar una campaña, tener en vigor los protocolos adecuados… Se trata de acciones básicas y sencillas que te supondrán una gran ayuda para mejorar tu reputación de remitente y, en última instancia, tu tasa de entrega. Encontrarás todo lo que tienes que saber en este apartado de nuestra guía.
Vale. ¿Qué tengo que hacer si, por desgracia, mi reputación de remitente es mala? Necesitaremos tiempo y paciencia.
Como es habitual, todo se basa en aplicar el sentido común y seguir las mejores prácticas al enviar emails. Esto se debe a que tu reputación de remitente es uno de los activos más valiosos que tienes como especialista en email marketing.
¿Has tenido una baja reputación de remitente pero la has mejorado? Cuéntanos cómo afrontaste el reto en Twitter.